jueves, 3 de septiembre de 2015

En dos días

En dos días los medios de comunicación se han llenado de imágenes de gente muriendo por querer llegar a Europa.

En dos días nos hemos dado cuenta del problema migratorio que se originó hace varios años con las guerras en Oriente Medio.

En dos días nos hemos enterado de que se están levantando muros para dejar fuera a gente que lo ha perdido todo. Que existen campos de refugiados en Europa donde a la gente se le escribe un número en la piel para identificarlos. Que todo esto empieza a ser siniestramente familiar. Que las heridas de la guerra empiezan a llegar a las puertas de nuestras casas.

En dos días Europa se ha dado cuenta de que se está produciendo una catástrofe. Que no sabemos qué hacer. Que debe haber algo que podamos hacer. Que no es posible que nos veamos tan inútiles, tan impotentes, ante el fracaso del ser humano.

En dos días el cuerpo inerte de un niño rompió nuestra alma. La más pequeña de las muestras de la desgracia. La imagen que logró atravesar nuestra mente blindada ante el dolor ajeno, que nos hizo despertar del letargo de la indiferencia.

En dos días le olvidaremos. El extranjero volverá a molestar. Los muros volverán a ser necesarios. Pediremos la identificación obligatoria. El miedo podrá más que la compasión.

En dos días ese niño estará muerto.

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