martes, 28 de julio de 2015

El regreso a casa

¿Dónde esta tu hogar? No en el que vives, donde está tu vida, tu familia, tu futuro... Me refiero a ese lugar que visitaste, tal vez de casualidad, que se quedó con una parte de ti. El lugar en el que estuviste y pensaste "aquí podría ser feliz". Dicen que el hogar es donde está el corazón, así que cambiaré la pregunta, ¿dónde está tu corazón?

Viajar es un arma de doble filo, sobre todo viajar al extranjero. El que lo ha probado lo sabe, engancha. Pocas otras cosas superan la sensación de deslumbrarte ante maravillas que jamás soñaste contemplar, probar sabores extraños pero deliciosos y, lo más peligroso, sentirte como pez en el agua ante costumbres que no son las tuyas.

La mayor parte de la gente vuelve sin problemas, han tenido una experiencia bonita, han disfrutado de lo que el país les tiene que ofrecer, pero ya está. A otros se nos parte el corazón y nos dejamos trocitos por el camino. Hay viajeros que los dejan diseminados por todo el mundo, y si pueden convertirán su vida en un continuo peregrinaje con la esperanza de recuperarlos.


Otros, sin embargo, viajan por muchas partes pero su alma sólo recala en un lugar. ¿Por qué? Ni idea. Supongo que igual que nos enamoramos de personas nos podemos enamorar de lugares. De pronto nos sentimos en casa, ¿cómo es posible? Si ni siquiera entiendo el idioma, ¡si su cultura no tiene nada que ver con la mía! Pero aún así la chispa nace y ya no se apaga.  Espera el tiempo que quieras, años, da igual. Sabes que vas a añorar aquella tierra. A pesar de que en tu país de origen tienes a tu familia y amigos, a los que quieres más que a nada, no puedes evitar pensar que tu lugar está allí, por lo menos durante un tiempo.

Y he aquí el problema, ¿cómo llamar a la añoranza de la tierra extranjera? No es morriña, si no lo contrario. Puede que el término que más se le acerque es el de "amor platónico". Sabemos que la realidad no se corresponde con la idea perfecta que tenemos en la cabeza, pero aún así creemos que sigue siendo nuestro lugar.

Estos viajeros enamorados vuelven a casa con la sensación de que nada volverá a ser igual. Parafraseando a Frodo Bolsón en "El Señor de los Anillos", "¿cómo seguir adelante cuando en tu corazón empiezas a entender, que no hay regreso posible, que hay cosas que el tiempo no puede enmendar, aquellas que hieren muy dentro, que dejan cicatriz".

¿Qué hacer entonces? Siempre queda la opción de volver de vacaciones, pero ya se sabe que a veces es peor el remedio que la enfermedad. La sensación es parecida a cuando estas a la mitad de la saga de libros más interesante de tu vida y, de pronto, el escritor decide no volver a escribir. Has disfrutado, pero te sientes profundamente triste. A pesar de todo tienes la esperanza de que, tal vez algún día, el autor vuelva a coger el bolígrafo y decida terminar la historia.

No conozco la solución. Puede que encuentre consuelo en otro libro. "La luz fantástica", de Terry Pratchett, nos cuenta la historia de Dosflores, el primer turista de Mundodisco. Tras pasar multitud de aventuras decide volver a casa, diciéndole a su compañero, el mago Rincewind: "Bueno, esto de viajar y ver cosas está muy bien, pero lo divertido es haber estado. Lo importante de tener muchas cosas que recordar es ir a algún sitio a recordarlas, ¿comprendes? Tienes que detenerte. No has estado en ninguna parte hasta que no vuelves a casa. Eso es lo que intento decir".

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